ARTÍCULO

Novedades sobre aspectos ambientales de la explotación de hidrocarburos no convencionales en los Estados Unidos

El pasado 4 de diciembre expertos en cuestiones ambientales de la actividad hidrocarburífera expusieron sobre las novedades en esta materia en el foro de Lex Mundi, una de las más importantes asociaciones internacionales de estudios jurídicos (www.lexmundi.com). Los temas desarrollados giraron en torno a las preocupaciones que genera el fracking, principalmente en lo relacionado con la calidad de las aguas y la migración de fluidos y gases que produce el proceso de fractura, y con la divulgación de la información relativa a las sustancias químicas empleadas en dicho proceso.

7 de Enero de 2015
Novedades sobre aspectos ambientales de la explotación de hidrocarburos no convencionales en los Estados Unidos

Una de las principales preocupaciones en torno al desarrollo de los hidrocarburos no convencionales en los Estados Unidos son las cuestiones ambientales.

El pasado 4 de diciembre Dave Neslin, Scott Anderson, Steve Leifer y Tom Jackson, expertos en cuestiones ambientales de la actividad hidrocarburifera, expusieron sobre esos temas en un foro de Lex Mundi, una de las más importantes asociaciones internacionales de estudios jurídicos sobre las novedades en esta materia (www.lexmundi.com).

Si bien los beneficios directos e indirectos derivados de la explotación de recursos no convencionales son considerables, los impactos ambientales asociados con la fractura hidráulica (técnica conocida como “fracking”) siguen generando dudas y preocupaciones en la comunidad y, sobre todo, en las ONGs ambientalistas.

La posible migración hacia fuentes de aguas superficiales y subterráneas de los fluidos empleados para el fracking suele estar entre las principales preocupaciones. Sin embargo, dentro del marco de los variados reclamos ambientales, hasta el momento no se ha determinado la existencia de un nexo causal entre el fracking y la contaminación de las aguas.

Por el contrario, los últimos estudios disponibles[1] concluyen que resulta improbable que el fracking genere algún tipo de contaminación en las aguas subterráneas y superficiales. Las conclusiones de estos estudios se basan principalmente en que: i) la extensión de las fracturas que se generan artificialmente son de limitada  altura y están separadas de las fuentes de agua de bebida por miles de metros; ii) se construye una estructura de aislamiento del acuífero mediante el entubado (“casing”) y cementación de los pozos; iii) por lo general existen múltiples capas de roca relativamente impermeables entre la zona de la fractura y las fuentes de agua; iv) los fluidos de perforación tienden a permanecer en el mismo sitio; y v) las formaciones en las que se encuentran localizados los recursos no convencionales (shale plays) son formaciones que por sus características tienden a retener agua.

Por otra parte, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (Environmental Protection Agency), el Departamento del Interior (Department of Interior), el Departamento de Energía (Deparment of Energy) y otras agencias federales tampoco han comprobado que el fracking sea la causa de contaminación de aguas subterráneas.

En este sentido, se atribuye la contaminación detectada en áreas donde se extraen recursos no convencionales principalmente a las actividades en superficie. Es decir al movimiento de maquinarias, rodados y operarios en las locaciones de los pozos y a errores en la manipulación del crudo, las aguas de producción, los fluidos de retorno flow back (que son los fluidos utilizados en la fractura mezclados con agua de formación que emergen hacia la cabeza del pozo) y sustancias peligrosas. Es decir, todos riesgos compartidos con las operaciones de explotación convencionales.

En Ohio y Tejas se han realizado varios estudios sobre el tema, enriquecidos con la experiencia de más de 20 años de actividad en desarrollos no convencionales. De acuerdo con estos estudios, sobre 400 casos en los que se ha detectado contaminación, el 70% tenía origen en la actividad desplegada en superficie (principalmente en las locaciones de los pozos), el 20% se vinculaba con la reactivación de pozos inactivos, y solo el 10% era consecuencia de deficiencias en la integridad del pozo.

Por estos motivos, concluyen que la posible afectación de los recursos hídricos por el desarrollo del fracking no deber estar entre las principales preocupaciones ambientales a considerar.

Al respecto, mencionan que aproximadamente hacia marzo de 2015 se espera el informe final del estudio realizado por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos sobre los posibles impactos del fracking en las fuentes de agua de bebida. 

En la actualidad, el foco de atención en los Estados Unidos en materia de contaminación de aguas parece haber virado hacia la migración del metano, una sustancia que se encuentra presente en forma natural en el 30% del agua de bebida de ese país.

No obstante la preocupación, un estudio de U.S. Geological Survey (USGS) sobre muestras de agua tomadas en el área de la formación de shale denominada “Fayetteville” concluyó que la concentración de metano en las muestras era producto de procesos naturales.

Por otro lado, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos ha informado que las emisiones de metano registradas durante el primer trimestre de 2012 son menores a las registradas en todos los primeros trimestres desde el año 1992. Además, estas emisiones disminuyeron un 40% desde 2006 y, en el caso particular de explotaciones de recursos no convencionales, un 73% desde 2011.

Otra preocupación relativa a la posible afectación de aguas como consecuencia del fracking está vinculada con las sustancias químicas que se emplean en esta técnica. Las ONGs ambientalistas reclaman que se divulgue la calidad y cantidad de los productos químicos utilizados para la fractura hidráulica. Desde el punto de vista de las empresas, la transparencia de la información ambiental genera preocupación por la protección de los secretos industriales.

Como solución para compatibilizar ambos intereses se propone que la información sea entregada únicamente a los reguladores. 

Por otra parte, las compañías han iniciado una campaña de divulgación voluntaria de información sobre sus operaciones a través de la plataforma on line www.fracfocus.org. Este es un medio pensado y utilizado para efectivizar la publicación de datos relacionados con la industria hidrocarburífera, donde actualmente funciona una base de datos con más de 85 estudios.

Por último, se destacó que en los Estados Unidos no existen marcos regulatorios federales aplicables a la explotación de hidrocarburos no convencionales, ya que sólo se regulan ciertos aspectos específicos de la actividad. De hecho, son los Estados quienes han llevado adelante la regulación, reglamentando aspectos tales como: i) la selección y preparación de las locaciones de perforación; ii) la perforación y terminación de pozos; iii) fractura hidráulica; iv) cierre y abandono de pozos y locaciones; v) gestión y disposición de residuos; y vi) emisiones gaseosas.  

Finalmente, los expertos plantearon la necesidad de creación de una regulación responsable, por medio de la cual se dispongan los mecanismos de protección ambiental necesarios directamente orientados al desarrollo del fracking, a fin de evitar, reducir y, en su caso, mitigar, los riesgos derivados de dicha actividad.  

[1] Los estudios referidos son los realizados por la Consultora ambiental Gradient (2014), por el Laboratorio Nacional de Energía y Tecnología (National Energy Technology Laboratory  y Darrah. 2014), por Darrah Oil Company (2014) y en el área de Baldwin Hills (2012).